PROPÓSITOS PARA EL AÑO NUEVO




¿Por qué no somos capaces de mantenerlos? ¿Qué podemos hacer para sacarlos adelante?


Imagen de Annette Meyer en Pixabay

El cambio de año es un buen momento para echar la vista atrás, hacer balance de lo que hemos vivido durante estos 365 días y pensar en hacia dónde queremos dirigirnos en el nuevo año que empieza.


Es importante y muy necesario evaluar qué cosas han ido bien y cuáles podríamos mejorar. Como consecuencia de este análisis, tendemos a hacer una lista de buenos propósitos para el nuevo año que desgraciadamente dejamos de cumplir, siendo optimistas, después de un mes o dos de haberlos puesto en marcha ¿Por qué sucede esto?

Uno de los motivos es porque nos proponemos demasiadas cosas (hacer dieta, ir al gimnasio, dejar de fumar, ahorrar dinero, leer más, ir a ver más a menudo la familia, buscar una actividad que me guste, aprender idiomas y un largo etcétera de cosas). Cada una de las cuestiones que se enumeran supone tener que cambiar hábitos y requiere hacer, en ocasiones, un gran esfuerzo. Mi propuesta en este sentido es que prioricemos y determinemos por dónde queremos empezar, después deberemos establecer un plan para poner nuestro propósito en marcha e incluso si es necesario solicitar ayuda de un profesional para hacerlo (por ejemplo en los casos de hacer dieta o dejar de fumar).

Otro de los motivos es la falta de motivación real.  En ocasiones, cuando nos proponemos estos cambios, estamos más en el “debería hacer tal cosa” y no tanto en el “quiero y voy a hacer tal cosa”, la diferencia es fundamental; en el primer caso, tengo conciencia de que el cambio sería bueno para mí pero quizá no siento que este sea el momento para llevarlo a cabo; en el segundo caso,  hay voluntad de cambio además de conciencia, por lo que es más probable que el cambio se materialice. Lo importante de la voluntad de cambio es que hace más fácil la búsqueda de una estrategia para conseguir el objetivo. Analicemos pues hasta qué punto nuestra motivación es real o no e iniciemos sólo aquellos cambios que sintamos que verdaderamente salen del deseo y la intención “quiero y voy a hacerlo”, todo lo que nos ponemos como obligación termina fracasando.

Por otra parte está lo estrictos que somos con nosotros mismos y la paciencia que nos tenemos. Como he dicho antes, cualquier cambio que añadamos a nuestras vidas, aunque sea a mejor, no es fácil de asumir en un primer momento, debemos ser conscientes de ello y no rendirnos a la primera de cambio, buscar qué nos está haciendo no cumplir con nuestro propio compromiso y tratar de corregirlo.

Hay otra cuestión que nos dificulta el poder cumplir nuestros propósitos, pensar que el entorno tiene que ser colaborativo con nosotros en los cambios que nos hayamos planteado. Es nuestra decisión, es nuestro cambio, porque hayamos decidido hacer dieta para bajar esos kilos de más que nos han dejado las Navidades o ir al gimnasio porque queremos recuperar el cuerpo que teníamos hace 10 años o dejar de fumar porque hemos tomado conciencia de lo perjudicial que es para nuestra salud, no significa que nuestra pareja, familia o amigos vayan a seguir nuestros pasos.

Es bonito que asociemos el cambio de año con un cambio de vida, pero no tenemos porque hacer este cambio coincidir. Lo más necesario es tomar conciencia de que hay cosas que podemos mejorar y que queremos mejorar. Pongámonos en marcha para hacerlo sin que tenga que ser el 1 de Enero, es más importante que lo hagamos cuando estemos convencidos de que es el mejor momento y sobre todo cuando sintamos que queremos hacerlo.

Hay una frase que llevo conmigo desde hace tiempo con la que quiero cerrar este breve artículo y que me parece que sirve muy bien de resumen a lo que trato de contar aquí:

  “Quiero, puedo, soy capaz”

Mucha suerte con vuestros nuevos propósitos.

Rocío Vergillo Masip

Psicóloga y Mediadora en Conflictos

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